Lorena Cortés 

Morelia,Mich.-  El Día Mundial de la Salud Mental de este año (10 de octubre)  se conmemora en un momento en que nuestras vidas cotidianas se han visto considerablemente alteradas como consecuencia de la pandemia de COVID-19.

La salud mental a sido poco valorada en nuestra sociedad, según los expertos no existen estudios empíricos en México que expliquen la relación de un contexto de violencia delincuencial con la salud mental de la población general y de las víctimas directas o indirectas. 

Las conductas violentas son, de manera alarmante, cada vez más comunes en nuestra sociedad y se consideran en la actualidad un problema de salud pública. 

Diariamente se comenten diferentes actos con violencia, desde abusos físicos, psicológicos y sexuales, los cuales perjudican la salud y el bienestar de las víctimas, incluyendo a las víctimas indirectas que enfrentan el dolor de sus familiares, amigos y vecinos, la población general  vive con temor a ser víctima de la delincuencia.

Usualmente la violencia se mide con el número de homicidios, pero no basta con sólo conocer el número de homicidios para medir, explicar y reducir el problema de la violencia y delincuencia, es importante visibilizar desde violencia domestica y familiar,  las repercusiones que impone a nivel individual, familiar y social. 

Son los hombres de entre 15 y 34 años de edad los que agrupan la mayoría de las víctimas de homicidio, que también en su gran mayoria son los victimarios.

En México llevamos doce años con un promedio de 30 mil muertes al año, lo cual nos coloca por encima de países como Colombia. 

Michoacán no ha podido revertir la violencia letal, pese a los esfuerzos de los ordenes de gobierno, el estado forma parte de las entidades donde se concentran la mayoría de los homicidios dolosos en México. 

Encima es solo una estimación pues ni siquiera contamos con datos fidedignos de cuántas personas han sido víctimas de muertes violentas o desaparecidas. A diario se descubren fosas clandestinas y ejecutados sin nombre ni familiares, que los reclamen. La realidad es que perdimos la cuenta y cada día importa y conmueve menos, las víctimas se han convertido en una cifra sin rostro, esta singularidad mexicana, debe ser motivo de estudio profundo. Todos intuimos que algo tienen que ver los niveles de impunidad, la falta de profesionalismo de nuestras policías, ausencia del estado de derecho, la corrupción, sin embargo, seguimos subestimando a la salud mental.