Antonio TENORIO ADAME

Los 98 millones de electores mexicanos están llamados a decidir el futuro cercano del país para los seis años siguientes.

Por los derechos de las minorías.

Por diversas razones personales, alrededor del 40 por ciento de ciudadanos, 39.8 millones, no ejercerán su derecho al voto; equívocamente este indice debería reflejarse en textos escolares, el esquema partidista y en los órganos de representación del Congreso, para alentar la formación de la responsabilidad cívica, o sea; más y mejores ciudadanos.

El factor principal de estímulo a la participación electoral se cifra en la competitividad de la misma contienda, entre más cerrada es el enfrentamiento en las urnas mayor es la participación, con lo cual se amplia el margen de posibilidad de derrotar al partido en el poder.

¿En qué reside un cambio de transmisión del poder?, en la medida que el voto de castigo contagia al electorado y rompe la barrera de temores para expresar su inconformidad y convertirse en sanción a los errores administrativos que son capaces de constituir abusos de poder.

Por ahora, el mapa electoral del país da idea del reparto del voto en el espacio territorial de la República Mexicana, donde la entidad con más alta competitividad es la CDMX; en la siguiente escala se encuentran: Chihuahua, Coahuila, mientras que la competitividad media alta, se caracteriza por los estados de la frontera norte, incluyendo Baja California Sur, Aguascalientes, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Nuevo León y Jalisco . Es ahí donde se concentra el voto opositor cuyo potencial de interrumpir la continuidad de Morena se ubica en las dos últimas entidades enlistadas.

Un factor de amortiguamiento del potencial de la oposición contra la continuidad, se registra en su carácter bifronte compuesto por el PAN y el MC, ya que éste es bastión de las entidades más importantes del conjunto opositor, Nuevo León y Jalisco.

En cambio, el grado de competitividad más alto se ubica en la CDMX, donde el desarrollo de acontecimiento son de gran alcance, influyen en la percepción general del ámbito republicano como impulsor de un cambio transexenal.

Las fuerzas que contrarrestan la influencia de la coalición de “Fuerza y Corazón por México”, es el “palimipesto” de mixturas que envuelve antagonismos de militancias con base a un proyecto eminentemente electoral, depende de la compensación de cargos los que se encuentran divididos en tres orientaciones; el objetivo es exclusivamente el relevo presidencial. Carece, entonces, de base estructural y sentido de futuro.

La campaña electoral llega a su fin. Los partidos entran en apuros y el nerviosismo domina las propuestas, como le ocurre a Alejandro Moreno, “Alito”, que sin tapujos ofrece su Senaduría y renunciar a la Presidencia del PRI si Jorge Maynez, candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, declina a favor de Xóchitl Gálvez.

Una declaración insólita reveladora de debilidad y flaqueza por todos lados, comenzando por la propia Coalición, cuyos costos sólo muestran las exequias del PRI ya moribundo, un partido político que a lo largo de su historia, dotó de 15 de los 18 Presidentes de la República, capaz de sostener una independencia frente al arrollador intervencionismo panamericanista, y sostener un largo período de estabilidad y gobernabilidad, llegando a promover el desarrollo económico y social.

El peso de las mayorías.

Hoy las ruinas del tricolor dan testimonio de su cambio de regresión al adoptar en 1988 a 1994, durante el salinato, un programa del neoliberalismo, causante del estancamiento con mayor profundidad en la desigualdad de pobreza .

El enterrador del PRI, “Alito”, su Presidente “apócrifo”, ostenta un cargo que no le corresponde, al terminar su periodo para el que fue electo, fue ratificado por el Consejo Naciónal del tricolor, un órgano oficial que sustituyó a la Asamblea Nacional, que la instancia que debería tomar la decisión. Una decisión carente de legalidad que fue ratificada por el Tribunal Electoral de la Federación.

Así las cosas, la campaña llega a su término, los actos finales, corresponde a la marcha de la “Marea Rosa” cuyo origen era frenar las amenazas a la democracia, en particular del Instituto Nacional Electoral, y que ahora la candidata Xóchitl Gálvez se monta en ella, sin ningún recato de reconversión de una demostración de inconformidad civil a un cierre de campaña electoral. Más que oportunismo es despojo al movimiento ciudadano independiente.

Antes del cierre de campañas que los candidatos cubrirán en el transcurso de la próxima semana, se llevará a cabo el tercer y último debate entre aspirantes a la Presidencia de la República.

Los debates que anteceden son dos celebrados en abril pasado, el 7 y 22, donde se abordaron los temas sobre; “La sociedad que queremos” y “La ruta hacia al desarrollo de México.

En este último debate se interpela directamente entre los candidatos, donde se destaca la capacidad de respuesta y el temple cuando se inquiere de un candidato a otro.

Los temas que se abordarán, son: la inseguridad y crimen organizado; migración y política exterior, democracia y pluralismo, división de poderes.

Los aspirantes a la primera magistratura se desbordarán en respuestas que rebasan la capacidad presupuestarias, por la sencilla razón de que el Presupuesto de la Federación se encuentra etiquetado en el pago de la deuda externa, el gasto de políticas del bienestar y el gasto corriente que en su conjunto absorben alrededor de las dos terceras partes del gasto total.

La pregunta que falta es precisamente la que gira en torno a lo que se calla sin compromiso y se ejecuta sin responsabilidad; Salinas no planteó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Zedillo no anunció el Fobaproa que adeudo a los mexicanos por 20 mil millones de dólares, Calderón tampoco planteó la Guerra contra el narcotráfico, como tampoco Peña Nieto previno la privatización del petróleo y las once reformas estructurales y López Obrador no confirió que mandaría al Congreso sus iniciativas para su aprobación a ciegas, “sin cambiarle una coma”.

Aprobado pasa a la Constitución.

Los Presidentes que se han elegido durante el período del neoliberalismo,1988 a 2024, han cambiado la Constitución desenfrenadamente, sin lograr mejorar la tasa de desarrollo con un estancamiento de alrededor del 1 por ciento.
Los cambios constitucionales operados desde su promulgación en 1917 han sido 734 artículos, de éstos se aprobaron los siguientes durante la globalización neoliberal:

-Miguel de la Madrid, 34 artículos;
— Carlos Salinas, 66 artículos;
-Ernesto Zedillo, 78 artículos;
-Fox, 31 artículos;
-Felipe Calderón, 110 artículos;
-Enrique Peña Nieto,156 artículos;
-Andrés Manuel López Obrador, 63 artículos.

Durante el régimen del Bienestar y Obras prioritarias se destaca el gasto federal orientado a una economía de consumo fortaleciendo el ingreso personal, la creación de empleos estables y bien remunerados ha sido insuficiente, se requiere elevar la tasa de desarrollo, a la que se facilitaría su acceso incrementado y que los apoyos públicos siempre sean financiados con una mayor recaudación proveniente de una reforma fiscal, donde progresiva orientada a la equidad y justicia.
Pero este tema no se abordará, y la noche será placentera.