Científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) utilizan un código de barras de Ácido desoxirribonucleico (ADN) para estudiar la conservación de la tortuga lora (Lepidochelys kempii), especie endémica de México y el mundo que, de acuerdo con la lista roja de animales amenazados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, “se encuentra en peligro crítico de extinción”.
El científico del Centro de Biotecnología Genómica (CBG), Miguel Ángel Reyes López, encabeza el estudio de la diversidad genética para la conservación de la tortuga marina más pequeña del mundo, la cual anida exclusivamente en el Golfo de México.
El investigador politécnico explicó que el código de barras de ADN permite realizar estudios moleculares para determinar a qué familia pertenece cada ejemplar, si es la misma población que anida año tras año, si se trata de especies híbridas, así como detectar si la estructura genética de la población se encuentra estable y si la protección artificial de los nidos influye en su estado de salud.
Para conformar el código de barras se extrae el ADN a partir de una muestra de sangre de la tortuga cuando está anidando o desovando, de los cascarones de huevos que se dejan al eclosionar o de alguna aleta de tortugas que no logran sobrevivir.
Reyes López destacó la importancia de incrementar el número de ejemplares de esta especie. Los adultos se reúnen en las áreas de alimentación ubicadas en la bahía de Florida, en la boca del río Mississippi y en el Banco de Campeche, mientras que, durante su época de reproducción y desove, entre los meses de marzo a julio, el 80 a 85 por ciento de ellas se dirigen a las playas del Santuario tortuguero de Rancho Nuevo, municipio de Aldama, en Tamaulipas.
Existe un acuerdo Binacional mediante el que autoridades de México y Estados Unidos realizan conjuntamente las regulaciones en términos de leyes, zonas de anidación, trabajos de conservación de los nidos, huevos y detección de depredadores naturales de la tortuga lora.
El trabajo que realiza el CBG con la colaboración del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Sinaloa, del IPN; la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), el Zoológico de Brownsville, en Texas, Estados Unidos, y de la Secretaría del Medio Ambiente de Tamaulipas a través de la Dirección General de Vida Silvestre (DGVS).
El doctor Reyes López indicó que los factores que amenazan la extinción de esta especie son el consumo de la carne, huevos, así como el uso del caparazón y huesos para elaborar artesanías; la pesca de arrastre (la malla llega casi al fondo del mar y acarrea todo a su paso); la contaminación del mar, los depredadores en tierra (mapaches, coyotes y el humano) y depredadores en el mar, por lo que sólo 10 por ciento llegan a la etapa reproductiva, que ocurre entre los 8 y 10 años.